Massimiliano Génot y una enriquecedora visita a Uruguay

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El pianista italiano estuvo en nuestro
país, y con él dialogamos en la siguiente
entrevista.
SINFÓNICA. Háblenos sobre lo que fue
su experiencia de tocar en Uruguay,
gracias al apoyo del Instituto Italiano
de Cultura de nuestro país. Además, en
qué consistió dicha actividad.
MASSIMILIANO GÉNOT. La tournée la
comencé en Florida, luego Mercedes y
Colonia Valdense para culminar en Montevideo,
donde toqué en la Sala Delmira
Agustini del Teatro Solis y en la Embajada
de Italia. Elegí un repertorio que iba desde
contemporáneos italianos como Merz
y D’Angelo, a Scarlatti y Beethoven (Sonata
op.27 n.2) con un especial homenaje a
Franz Liszt, con la versión para piano solo
de la Totentanz, raramente escuchada.
S. Tuve la oportunidad de estar presente
en el excelente concierto en la
Embajada de Italia, donde el disfrute
fue aun mayor por la interesantísima
tertulia que se realizó luego del mismo.
Esa tertulia nos dio la oportunidad de
confirmar que además es un excelente
analista y conocedor de la actual realidad
de los músicos, en este caso de
los pianistas.
MG. También para mí el encontrarme con
músicos, muchos de notable valor y de
lugares distintos, me permitió observar
mejor algunas dinámicas comunes que
están movilizando el mundo de la música
a nivel global. En general se está asistiendo
a una polarización de las carreras musicales:
hoy egresan de los conservatorios
muchísimos jóvenes aspirantes a carreras
concertísticas, pero no logran vivir de los
conciertos a causa de la supresión de las
subvenciones públicas. Éstas tienden a
mantener el star system. Temo que “el
sistema de estrellato” se mantenga esencialmente
por una cuestión de imagen, no
porque los políticos estén convencidos de
la importancia espiritual de la música clásica.
Hoy vivimos lamentablemente una
profunda crisis de la política que refleja
la pérdida de los valores de nuestra tradición
cultural. Debemos defendernos activamente
de este tipo de cosas.
S. Háblenos sobre los aspectos de su
carrera. Además, cuáles destacarías
especialmente?
MG. Mi punto de partida fue una actitud
performativa muy fuerte, que me permitió
ganar algunos premios en importantes
concursos internacionales, como por
ejemplo el Ferruccio Busoni, para luego
alejarme de este aspecto competitivo, que
hacía que disminuyeran las motivaciones
más gratificantes de hacer música. Estudiar
piano te permite sobre todo entrar en
uno mismo, y llevar lo mejor de uno en la
búsqueda del encuentro con los grandes
artistas del pasado. Como decía Maquiavelo
en sus memorias, de noche, después
del cansancio del trabajo cotidiano, se ponía
en ropas curiales y dialogaba con los

antiguos griegos y romanos. Así me siento
cuando estudio una pieza de Beethoven
o de Liszt.
S. ¿Qué nos puede decir sobre el futuro
de su carrera, sus próximos emprendimientos,
sus planes?
MG. Entre los proyectos que más me entusiasman
está la redacción de un manual
de improvisación pianística que parte de
los grandes compositores del Novecientos,
como Ravel, Debussy, Bartok, y que
muestre a los estudiantes las analogías
entre lenguajes musicales del Novecientos
y los actuales en la música culta, en
el jazz, en el cine. El manual será escrito
“a cuatro manos” con el pianista de jazz
Emanuele Sartoris. Quisiera continuar luego
la experiencia con pianos originales de
la época romántica: después de Erard, estoy
explorando el piano Bluehtner de fines
del Ochocientos con el flautista Paolo Dal
Moro.
S. ¿Qué elementos le han quedado de
su formación musical, con cuál o cuáles
profesores, que hoy caracterizan su
estilo, su forma de interpretar el piano?
MG. Desde muy joven, desde los 11 años,
en Pinerolo pude respirar la atmósfera del
Barroco italiano pudiendo dirigir orquestas
juveniles que tocaban regularmente música
de Corelli, Vivaldi, Lorenzo da Viadana.
Esta experiencia me permitió moverme de
un modo natural en la música; luego se
sucedieron los encuentros con los grandes
maestros entre los cuales recuerdo a
Aldo Ciccolini, Maria Tipo, una pianista y
profesora de extraordinario carisma, Lazar
Berman y Piero Rattalino, crítico musical
y teórico de la interpretación.
S. Nació en Pinerolo, en la región de
Piamonte, y además fue Director Artístico
de la Asociación para la Revalorización
del Patrimonio Musical Piamontés.
Entre sus actividades, se dedica a
difundir la cultura del Piamonte?
MG. Me interesa el re-descubrimiento de
los compositores piamonteses que vivieron
entre el Ochocientos y el Novecientos,
como Leone Sinigaglia, Luigi Perracchio
y Alfredo Casella. Leone Sinigaglia, nacido
en Turín, se trasladó a Viena en 1896.
Frecuentó a Brahms y estudió con Dvorak
con óptimos resultados: de él grabé para
la Brilliant la obra pianísitica y buena parte
de la obra para violín y piano con mi
hermana Alessandra. Es un compositor
de indudable calidad, refinado, muy preciso
en sus intenciones y es muy agradable
escucharlo, un típico romántico tardío.
S. Ha tenido la invalorable experiencia
de grabar un CD con el piano de Wagner
en la residencia del compositor en
la Villa Wahnfried, en Bayreuth. Cuéntenos
acerca de esta experiencia.
MG. Mientras asistía como becado al
Festival de Bayreuth, conocí a la soprano
alemana Anja Kampe, a quien acompañé
en recitales como pianista; estudiando las
obras wagnerianas me surgió el deseo de
trasladar al piano solo algunas de las escenas
que me habían conmovido particularmente,
como el “Descenso desde el Nibelheim”,
de El oro del Rin, o el Lohengrin.
De ahí nació la idea de grabar estas piezas
y otras transcripciones de época en el
piano Steinway de Villa Wahnfried. El piano
fue regalado por la casa de Nueva York
en ocasión de la inauguración del Festival
de Bayreuth con el Rin en 1876. Dados
los horarios del Museo tuve que realizar
el trabajo en un máximo de tres horas y
de todos modos la grabación se hizo un
poco a la antigua, con poquísimos cortes.
S. ¿Qué pianista o pianistas admira y
significan un referente en su carrera,
y por qué?
MG. Desde niño comencé a escuchar al
gran Artur Schnabel, que aún hoy escucho
con gran interés, porque sus grabaciones
mantienen un porcentaje altísimo
de frescura, son el resultado de una mente
musical y autónoma. También a Arthur
Rubinstein, Vladimir Horowitz, por los colores
y la tensión narrativa de su fraseo,
Richter por su enfoque monumental y por
su capacidad de librarse de la obligación
de leer la partitura. Por último nombraría
a Ferruccio Busoni, intelectual y compositor
original, además de virtuoso. Entre
los vivos me permito mencionar al pianista
turco Fazil Say, pianista compositor, la
encarnación del espíritu dionisíaco en el
piano.
S. ¿Quisiera agregar algo más?
MG. Me impresionó mucho la figura del
compositor uruguayo César Cortinas, de
quien hace poco repasé la Sonata para
violín y piano en si menor, que Julio César
Huertas me regaló. Me gustó tanto que
decidí incluirla en los programas de mis
próximos conciertos en Italia, que presentaré
con mi hermana Alessandra.
(Entrevista de Diego Barreiro)